Mensajes al Refugio Sagrada Familia, EEUU
jueves, 27 de agosto de 2015
Ven Espíritu Santo y todo el Cielo con todos los ángeles y santos

Mi hijo amado este es tu Jesús de amor y misericordia. Te doy las gracias a ti y a todos los guerreros de oración que están haciendo tanto por Mí. Os he dicho que empezaríais a enseñar más y más. Muchos de Mis guerreros de oración se están haciendo viejos y cansados porque sus oraciones han dado más tiempo al mundo. Todos Mis guerreros de oración mayores estarán enseñando las cosas que han aprendido durante muchos años a Mis nuevos guerreros de oración para que puedan empezar a descansar físicamente y utilizar sus dones de enseñanza que Yo, vuestro Dios, y María, Mi Madre, y varios de Mis santos les hemos enseñado.
Hay muchos jóvenes nuevos que estoy empezando a enviar a todos aquellos que necesitan su ayuda. Mis jóvenes guerreros de la oración, por favor, escuchad a Mis soldados más queridos a los que he enseñado durante años. Mi hijo lleva 32 años aprendiendo y escribiendo y él y muchos de Mis guerreros necesitan vuestra ayuda. Y vosotros, Mis jóvenes soldados necesitáis su conocimiento espiritual. Sed amables y cariñosos los unos con los otros y terminaremos esta batalla con un gran éxito.
Esta es la batalla de Dios Padre y Él ha bajado del Cielo para ayudarnos a María Mi Madre y a Mí, a vuestro Jesús que murió en la cruz hace dos mil años y a todo el Cielo y a todos los fieles de la tierra con todos los ángeles fieles para terminar esta batalla que fue predicha en el Padre Nuestro, «hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo».
Todos los ángeles caídos se apoderaron de la tierra y el fin está cerca y entonces entraremos en la Era de Paz de mil años. A todos Mis hijos pequeños, os digo a través de Mi fiel siervo que aguantéis un poco más y permanezcáis en estado de gracia porque el Aviso y la Era de Paz están a punto de suceder.
Todos los hijos que entren en la Nueva Era de Paz tendrán paz y felicidad como la que había en el Jardín del Edén donde Adán y Eva pecaron y entregaron la tierra a satanás. Dios Padre nos envió a Mi Madre y a Mí para recuperar la tierra mediante Mi muerte en la cruz y la muerte de María en Su corazón al ver morir a Su Hijo. Padre Mío y todos los fieles del Cielo y de la Tierra, ha llegado el momento de la batalla final antes de que entremos en la Nueva Jerusalén y en la Era de la Paz.
Guardad el corazón, hijos Míos, porque vuestros hijos y nietos vivirán en una época de paz que nunca ha habido antes, excepto en el Jardín del Edén, antes de que Adán y Eva pecaran. Invocad a todos los ángeles cada día y a todos los santos, y a Nuestra Sagrada Familia y a la Trinidad cada día y Nosotros estaremos a vuestro lado. Encontrarás una paz como nunca has conocido. Los ángeles fueron creados para ayudar a la raza humana y a cada persona se le dio un ángel para que le ayudara en sus luchas en la vida. Todos los ángeles están a disposición de todos Mis hijos, sólo por pedirlos. Tú tienes libre albedrío, así que debes pedirles ayuda para que puedan servirte. El Cielo no obliga como satanás, sólo tienes que pedirlo y si es por el bien de tu alma o de la de otra persona ocurrirá en el tiempo de Dios. Las personas tienen necesidades y deseos. Tus necesidades siempre se satisfacen si vives en gracia de Dios, pero tus deseos sólo se satisfacen en la medida en que te ayuden a llegar al Cielo.
Mi Madre hablará: Amor mío, hermosa mía. Estoy muy contenta contigo y con algunos de Mis amados hijos, pero muchos necesitan entregarse a Mí, su verdadera Madre y primera Madre. Fuisteis creados todos en Mi Padre, pues Él lo es todo. Luego Él os envió a Mí, María la Madre de Jesús, antes de que fuerais puestos en el vientre de vuestra madre terrenal. Tienes una madre espiritual y una madre física. Yo y Mi Hijo te amamos en todo momento aunque tu madre o tu padre físicos te abandonen. Seguimos estando por vosotros, nunca os dejaremos a menos que elijáis a satanás en el último segundo de vuestra vida. Siempre intentaremos salvar vuestras almas. Sólo vosotros, Nuestros hijos, podéis decir «sí» o «no» y elegir el Cielo o el infierno. Nadie más puede elegir por vosotros. Por favor, elegid el Cielo, hijos Míos, por el bien de la eternidad. El Cielo es todo amor, paz y alegría; el infierno es todo odio y miseria. Os amo a todos. Con amor, Madre María, vuestra primera Madre.
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