sábado, 28 de febrero de 2015

Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber

¡Paz mis amados hijos, la paz de Jesús a todos vosotros!

Hijos míos, yo, vuestra Madre, sigo viniendo para invitaros a la oración y a la conversión. Deteneos un poco para dedicaros más al Reino de los Cielos, pues no sólo de pan vive el hombre. Si no buscáis el alimento espiritual, vuestras almas se debilitarán y se vaciarán y caeréis en terribles pecados. Rezad con más fe y amor. La oración os permite estar más cerca de Dios y de mí, vuestra Madre celestial. Ayudad a los miembros de vuestra familia a ser de Dios siendo una luz para todos ellos.

Hijos míos, los tiempos serán cada vez más difíciles y veréis cómo muchos se apartan de la verdadera fe. La Iglesia atravesará una gran cruz y muchos creyentes sufrirán por lo que está por venir. Interceded por el bien de la Iglesia y por el bien del mundo. El diablo desea guerras y conflictos y muchos países están corrompidos porque sus gobernantes están seducidos por el poder y las riquezas. Un país se volverá contra otro de forma feroz, y desde allí la sangre y la muerte se extenderán a muchos otros lugares del mundo. Los sacerdotes, los Ministros de mi Hijo, serán perseguidos y combatidos. Reza, dobla las rodillas en tierra y suplica la misericordia de Dios para el mundo, para que la paz divina reine en los corazones de tantos que están en las tinieblas, convirtiéndolos.

Ayuda a tu Madre Celestial rezando diariamente el rosario por mis intenciones. Muchos no creen que me manifesté en Itapiranga y continúo manifestándome, pero os digo que si no hubiera venido a Itapiranga y pedido oración y conversión, Amazonas hoy estaría patas arriba, porque grandes males habrían devastado a muchas familias, pero estos males aún han sido removidos, porque Dios tuvo misericordia de vosotros.

No pequéis más, cambiad de vida. Sed buenos, pues de lo contrario sufriréis las calamidades naturales que vendrán y la violencia de los hombres malvados que quieren poseerlo todo.

No permanezcáis sordos a mis llamamientos: actuad e interceded cada vez más... Aún estáis a tiempo de cambiar muchas cosas.

Volved a vuestros hogares con la paz de Dios. Os bendigo a todos: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.