Devoción al castísimo Corazón de San José

Devoción a los Tres Sagrados Corazones Unidos a través del Castísimo Corazón de San José entregada a Edson Glauber en Itapiranga AM, Brasil

Promesas del Corazón Más Casto

Los hechos aquí relatados no llevan aprobación eclesiástica, pues ello exigiría estudio y tiempo por parte de la autoridad competente. Sin embargo, ofrece la opinión de dos personas muy cualificadas: el Santo Padre, el Papa Juan Pablo II y el teólogo, P. Estevão Bittencourt.

I - Paina, 14 de enero de 1999

Reverendo Padre Aldo Rottini, SX.

El 25 de noviembre del año pasado, recibí una edición del joven Edson Glauber de Brasil, Amazonas, para ser enviada a Su Santidad el Papa Juan Pablo II.

Mi intermediación, facilitada por otras que he tenido antes en relación con los hechos de Medjugorje, consistió en utilizar este mismo canal de comunicación...

En estos días recibí la noticia de que el fascículo llegó a su destino en forma privada. La persona intermediaria mencionó que el Santo Padre se ha interesado por el tema, diciendo que todo corresponde a las necesidades actuales respecto a la familia, especialmente respecto a la figura del padre, que ha sido infravalorada y marginada, no sólo a nivel biológico, sino también a nivel de responsabilidad educativa y espiritual.

Por ello, Su Santidad considera acertado resaltar la figura de San José y nos anima a continuar en esta línea que le ha sido expuesta.

A.R.P.A
(Asociación Reina de la Paz)

Farina Luigi - Presidente

II - Querido Padre Danilo

Te agradezco cordialmente el material que me has enviado sobre las nuevas apariciones.

Leí algunas partes del material con curiosidad, buscando algún punto de error. Pero confieso que no encontré nada herético. Sin duda, se trata de una aclamación poco tradicional, porque hasta hoy no se ha pensado en venerar el Corazón de San José. Es algo que puede degenerar en ficción y sentimentalismo.

Sin embargo, parece que no se puede impugnar el mensaje de Edson Glauber, siempre que:

  1. No haya ningún error teológico.
  2. El vidente esté sano de cuerpo y mente.
  3. No haya intereses comerciales ni charlatanería en torno a las "apariciones".
  4. Hay frutos pastorales positivos.

Creo que se puede dejar que la historia siga su curso sin propaganda de los hechos, pero no combatirlos, hasta que haya alguna noticia... Puede ser que la historia termine por sí misma, como ha ocurrido en otros casos.

Espero cualquier otra comunicación que pueda ser oportuna. Que el Espíritu Santo inspire a las autoridades. Atentamente.

Fray Esteban Bettencou

He aquí los detalles de cada aparición y mensaje:

Primer Mensaje

1 de marzo de 1998

En esta aparición, San José vino con un manto azul y una túnica blanca, acompañado de varios ángeles. San José sostenía un capullo de lirio y me mostró Su Corazón.

San José: Mi amado hijo, Dios Nuestro Señor me envía aquí para hablarte de las gracias que todos los fieles recibirán de Mi Corazón castísimo, que Jesús y Mi Santísima Esposa desean que sea honrado.

Soy San José y Mi nombre José significa "el que crece", pues he crecido cada día en gracia y en las virtudes divinas. Por la devoción a Mi Corazón castísimo muchas almas se salvarán de las manos del demonio. Quiero hablaros cada día de las promesas de Mi Corazón que Dios, Nuestro Señor, Me permite revelaros. Así como Yo fui justa y soy justa a los ojos de Dios, todos los que tengan devoción a Mi castísimo Corazón serán justos y santos a los ojos de Dios, pues Yo los colmaré de estas gracias y virtudes, haciéndolos crecer cada día en el camino de la santidad.

Este es, por ahora, el mensaje de hoy. Te bendigo, hijo Mío, y a toda la humanidad: en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Hasta pronto!

Segundo Mensaje

2 de marzo de 1998

San José estaba con el Niño Jesús, vestido con el manto marrón y la túnica blanca. El Niño Jesús estaba con la cabeza inclinada en el Corazón de San José, arrojando lirios que sostenía en las manos. San José tenía una hermosa sonrisa. Tenía unos ojos verdes muy brillantes. Parecía muy joven, de una belleza indescriptible. El Niño Jesús fue el primero en hablar:

Jesús: Hijo mío, mira este corazón...

El Niño Jesús, con una de Sus manitas, abrió el pecho de San José, que estaba todo iluminado. Y con ella, sostenía Su Corazón castísimo, mostrándomelo.

Mi morada está aquí, en este corazón, porque es un corazón puro y santo. Que todos los corazones sean como este corazón, para que se conviertan en Mis moradas en la tierra. Que lo imiten para que reciban Mis gracias y bendiciones.

Inmediatamente después San José me comunicó Su mensaje:

San José: Mi querido hijo, hoy te bendigo, bendigo a tu madre y a toda tu familia. Mi querido hijo, Dios, Nuestro Señor, desea conceder a toda la humanidad miles de gracias a través de la devoción a Mi Corazón. Mi Hijo, Jesús y Señor, a quien he criado con amor de padre aquí en la tierra, desea que todos los hombres difundan esta devoción de Mi Corazón a todos los que necesitan las gracias del cielo. Pide también que todos ayuden a los más necesitados con buenas obras y acciones.

Prometo a todos los que honren este castísimo Corazón Mío y hagan buenas obras aquí en la tierra en favor de los más necesitados, especialmente de los enfermos y moribundos, para quienes soy como un consuelo y un protector, que recibirán en el último momento de su vida la gracia de una buena muerte. Yo misma seré para estas almas la abogada ante Mi Hijo Jesús, y junto con Mi esposa, María Santísima, las consolaremos en las últimas horas de sus sufrimientos aquí en la tierra, con nuestra santísima presencia, y descansarán en la paz de Nuestros corazones.

Así como visteis a Mi Hijo Jesús apoyar Su cabeza en Mi Corazón, así Yo y Mi esposa María Santísima conduciremos a estas almas a la gloria del paraíso, ante su Salvador, Mi Hijo Jesucristo, para que descansen, postradas junto a Su Sagrado Corazón, en el horno ardiente del más puro y elevado amor. Os bendigo a todos: en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Hasta pronto!

Tercer Mensaje

3 de marzo de 1998

San José vino con una túnica blanca, con un manto blanco, sosteniendo un lirio y con el Niño Jesús, también de blanco, en su regazo.

San José: Mi querido hijo, escucha y que todos sepan lo que Dios me permita revelarte esta noche, pero antes, te bendigo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Y te concedo la paz.

Mi amado hijo, ¡cómo se extiende el pecado con tanta fuerza! Los hombres se dejan llevar por las artimañas más insidiosas del demonio. El enemigo de la salvación quiere destruir a todos los hombres, para que todos se pierdan. Es envidioso y odia a todo el género humano. Muchos pasan por tantas pruebas y tentaciones que el enemigo de Dios les lanza todo el tiempo, intentando así destruir las almas de los hombres mortales que fueron creados por Dios.

Los medios que más utiliza son los pecados contra la santa pureza, pues la pureza es una de las virtudes más apreciadas por Dios, y por eso Satanás desea destruir la imagen de Dios presente en cada criatura a través de esta virtud. Por eso Dios pide a toda la humanidad la devoción a Mi Corazón castísimo, pues desea conceder a los hombres la gracia de vencer diariamente las tentaciones y los ataques del demonio. Mi Hijo Jesús te ha revelado, Mi amado hijo, el poder de invocar Mi nombre. Basta invocar Mi nombre para poner en fuga a todos los demonios.

Prometo a todos los fieles que honren con fe y amor este castísimo Corazón Mío, la gracia de vivir en santa pureza de alma y cuerpo, y la fuerza y los medios para vencer todos los ataques y tentaciones del demonio. Yo mismo los protegeré como una parte preciosa Mía. Esta gracia no sólo está destinada a los que honran este Corazón Mío, sino también a todos sus parientes necesitados de la ayuda divina. Os bendigo a todos: en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Hasta pronto!

Cuarto Mensaje

4 de marzo de 1998

San José vino con un manto color vino y una túnica verde. Llevaba un bastón en la mano derecha y mostraba Su Corazón castísimo, del que brotaban rayos de luz muy fuertes.

San José: Mi amado hijo, hoy es el primer miércoles del mes. Cada primer miércoles de mes, Mi Corazón castísimo derrama innumerables gracias sobre todos aquellos que recurren a Mi intercesión. En estos miércoles, los hombres no recibirán una lluvia de gracias, sino torrentes muy fuertes de gracias extraordinarias, porque comparto con todos aquellos que Me honran y que recurren a Mí todas las gracias, todas las bendiciones, todas las virtudes y todo el amor que recibí de Mi Divino Hijo Jesús y de Mi Esposa María Santísima cuando aún vivía en este mundo, y ahora todas las gracias que sigo recibiendo en la gloria del cielo.

Mi amado hijo, ¡qué gran honor y dignidad recibí del Padre Celestial, que hizo exultar Mi Corazón! El Padre Celestial me ha concedido el honor de representarle, en este mundo, para poder cuidar de Su Divino y Amado Hijo, Jesucristo. Mi Corazón también se sorprendió de tal dignidad, porque me sentía incapaz e indigna de tan gran favor y beneficio, pero lo puse todo en manos del Señor y, como Su sierva, estuve dispuesta a hacer Su santísima voluntad. Piensa, querido hijo mío, ¡qué felicidad sintió Mi Corazón! El Hijo del Altísimo estaba ahora bajo Mi cuidado y era conocido por todos los hombres como Mi hijo legítimo. A los ojos de los hombres esto era imposible, pero para Dios todo es posible cuando Él quiere.

Por esta gran gracia y alegría que Dios ha concedido a Mi Corazón, y por este gran misterio, prometo interceder ante Él por todos aquellos que recurran a Mí honrando este Corazón Mío, la gracia de poder resolver los problemas más difíciles y las necesidades más urgentes, que a los ojos de los hombres parecen imposibles, pero que, por Mi intercesión ante Dios, se harán posibles.

Bendigo, esta noche, a toda la humanidad. Derramo las gracias de Mi Corazón sobre todos los pecadores para que se conviertan. Mi Corazón derrama sus rayos de amor sobre toda la Santa Iglesia. Particularmente sobre el Vicario de mi Hijo Jesús, el Papa(*). Nadie, como él, tiene acceso especial a este Corazón Mío. Que confíe en este Corazón Mío y en Mi intercesión, pues Yo soy para el Santo Padre como un Padre y Protector. Os bendigo a todos: en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Con amor. ¡Hasta pronto!

(*) Aquí San José menciona el nombre del Santo Padre, porque Él había publicado años antes, el 15 de agosto de 1989, la Exhortación Apostólica REDEMPTORIS CUSTOS (Defensor del Redentor) que habla de su persona. San José le expresa Su protección, como a toda la Santa Iglesia, de la que es protector. Pero este mensaje se refiere también al actual Papa Benedicto XVI, que se llama José , como si fuera una advertencia de que un Papa que se llame José acoja en la Iglesia esta devoción al Corazón castísimo del Padre adoptivo de Jesús y la difunda por el mundo, pues éste es el tiempo de San José. Que Dios apresure este glorioso día en que la devoción al castísimo Corazón de San José sea conocida y difundida en toda la Iglesia y en todo el mundo.

Quinto Mensaje

5 de marzo de 1998

Aquella noche, el confidente recibió la visita de la Sagrada Familia. San José llevaba un manto beige y una túnica azul grisácea, y sostenía en brazos al Niño Jesús, que vestía una túnica azul claro. La Virgen llevaba un velo blanco y un vestido gris azulado.

Nuestra Señora fue la primera en hablar:

Nuestra Señora: Mi amado hijo, en esta noche Dios, Nuestro Señor, Me permite conceder Su paz a todos los hombres del mundo. También bendigo a todas las familias y les pido que experimenten la paz en sus hogares y una unión íntima con Dios. Si las familias quieren recibir las bendiciones y la paz de Dios, deben vivir en gracia divina, pues el pecado es como un cáncer oscuro en la vida de una familia que no vive unida a Dios. Dios desea que cada familia, en estos últimos tiempos, pida la protección de la Sagrada Familia, pues Yo, Mi Hijo Jesús y Mi castísimo esposo José deseamos proteger a cada familia de las asechanzas del demonio. Que viváis Mis súplicas y este mensaje que Dios Me permite revelaros hoy. Os bendigo a todos: en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Hasta pronto. Ahora escucha a Mi castísimo esposo José.

San José: Mi amado hijo, esta noche Mi Corazón desea derramar muchas gracias sobre todos los hombres, pues anhelo la conversión de todos los pecadores para que se salven. Que todos los pecadores no tengan miedo de acercarse a este Corazón Mío, pues deseo acogerlos y protegerlos.

Muchos son los que se alejan del Señor a causa de sus graves pecados. Muchos de estos hijos Míos son así porque se han dejado caer en las trampas del demonio, el enemigo de la salvación, que intenta llevar a todos estos hijos Míos a la desesperación, haciéndoles creer que ya no hay solución ni retorno porque, desesperando y no confiando en la misericordia divina, serán presa fácil del demonio. Pero Yo, Mi amado hijo, digo a todos los pecadores, incluso a los que han cometido los pecados más terribles, que tengan confianza en el amor y en el perdón del Señor, y también que confíen en Mí, en Mi intercesión. Todos aquellos que recurran a Mí con confianza, estad seguros de Mi ayuda para recuperar la gracia divina y la misericordia del Señor. Mira, hijo Mío, que el Padre Celestial Me confió a Su Divino Hijo Jesucristo y al Espíritu Santo, Su Inmaculada Esposa, para que estuvieran bajo Mi cuidado. Mi Corazón sintió una gran paz y alegría al tener a Mi lado a Jesús y a María viviendo en la misma casa.

Nuestros tres Corazones se amaban. Vivían un amor trinitario, pero era un amor unido en un solo acto de ofrenda al Padre Eterno. Nuestros Corazones se fundieron en el amor más puro, convirtiéndose en un solo corazón que vivía en tres personas que se amaban de verdad. Pero mira, hijo Mío, cuánto se angustió y sufrió Mi Corazón cuando vi a Mi Hijo Jesús, tan pequeño, ya en peligro de muerte por culpa de Herodes, que, poseído por el espíritu del mal, mandó matar a todos los niños inocentes. Mi Corazón pasó por una gran tribulación y sufrimiento a causa de este gran peligro que sufría Mi Hijo Jesús, pero el Padre Celestial no nos abandonó en aquel momento, porque envió a Su ángel mensajero que me orientó sobre lo que debía hacer y la actitud que debía tomar en estos momentos difíciles y de sufrimiento. Por eso, hijo Mío, di a todos los pecadores que no desesperen en los grandes peligros de la vida y en los peligros que pueden causar la perdición de la propia alma.

Yo prometo a todos los que confían en este puro y casto Corazón Mío, honrándolo devotamente, la gracia de ser consolados por Mí en sus mayores aflicciones del alma y en el peligro de condenación, cuando, por desgracia, pierdan la gracia divina a causa de sus graves pecados. A estos pecadores que recurren a Mí les prometo las gracias de Mi Corazón con propósito de enmienda, arrepentimiento y sincera contrición por sus pecados.

Ahora digo a todos los pecadores que no teman al demonio y que no desesperen a causa de sus crímenes, sino que vengan y se arrojen en Mis brazos y se aferren a Mi Corazón para que puedan recibir todas las gracias para su salvación eterna. Ahora imparto Mi bendición al mundo entero: en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Hasta pronto!

Sexto Mensaje

6 de marzo de 1998

También hoy ha venido la Sagrada Familia.

Jesús - Yo soy la verdadera paz, Yo concedo Mi paz a todos los hombres. Yo soy Jesucristo, el Salvador de toda la humanidad. Deseo que todos los hombres honren el Corazón Inmaculado de Mi Madre María Santísima y el Corazón Castísimo de San José. Mi Sagrado Corazón desea expandir un nuevo flujo de gracias impulsado con amor por la salvación de los pecadores.

Verás, hijo mío, a través de estos Corazones (Jesús estaba mostrando los Corazones de Nuestra Señora y de San José), deseo atraer a todos hacia Mí. A través de estos Corazones comparto Mis gracias y bendiciones. A través de Ellos los hombres vendrán rápidamente a Mi Sagrado Corazón.

Di a todos los hombres que no desperdicien las gracias que deseo concederles. Honrando a estos dos Corazones me honraréis y glorificaréis, porque he elegido a Mi Madre, María Santísima, y a Mi Padre Virginal José para que cuiden de Mí y para que Yo, el Hijo de Dios, viva a su lado durante Mi misión divina en la tierra. Por tanto, quienes les honren, Me estarán honrando a Mí, porque honran Mi decisión de que sean elegidos por Mis padres en la tierra. Bendigo de nuevo a todos Mis hijos: en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Hasta pronto!

Nuestra Señora: Queridos hijos, honrad las santas llagas de Mi Hijo Jesús, porque a través de ellas Dios os concede muchas gracias que servirán para vuestra conversión y la de vuestros hermanos. Durante este tiempo de Cuaresma, procurad meditar en la santa pasión de Mi Hijo Jesucristo, para que comprendáis lo que Mi Hijo Jesús tuvo que soportar y sufrir para liberaros del yugo del pecado. Este es el momento de que te reconcilies con Dios y con tus hermanos. Vivid la santa ley de Dios en vuestras vidas. Intentad ser fuertes y firmes en las pruebas, siendo fieles a Su ley de amor.

Dios ama la fidelidad. Por eso, hijos Míos, cuanto más fieles y responsables seáis con vuestros compromisos cristianos, más comprenderéis el amor de Dios y sentiréis Sus gracias en vuestras vidas. Con Mis oraciones, intercedo por cada uno de vosotros ante Mi Hijo Jesús y os digo que estoy a vuestro lado para ayudaros. Así que no os desaniméis. ¡Ánimo! Os bendigo a todos: en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Hasta pronto!

San José: Mi queridísimo hijo, deseo hablarte de nuevo de las gracias que Mi Corazón castísimo desea derramar sobre toda la humanidad. Mi Corazón castísimo, por los impulsos del amor, busca por todos los medios salvar a todos los hombres del pecado. Mi Hijo Jesús, a través de Mi Corazón, desea compartir sus bendiciones divinas con todos los hombres. Sé que muchos de vosotros estáis atravesando grandes dificultades porque, en estos últimos tiempos, los hombres ya no se aman ni se ayudan, sino que viven con el corazón lleno de orgullo, falsedad, mentiras, intrigas, ambiciones, malicia, mezquindad y muchas cosas malas, que son consecuencia de su alejamiento de Dios.

Hijo mío, ¡mira cuánto tuve que sufrir al lado de Mi Hijo Jesús y de Mi Esposa María Santísima! Como te dije, había recibido del Padre Celestial la misión de ser la guardiana y protectora de Jesús y María. Hijo mío, Mi Corazón estaba angustiado porque, como éramos tan sencillos y sin muchas condiciones de vida, trataba de dar una vida digna al Hijo del Altísimo. El único medio que utilizaba para llevar el pan al hogar era Mi oficio de carpintero. Los trabajos no siempre tenían su debido provecho.

En aquella época la vida también tenía sus problemas, pero siempre tuve confianza en la Divina Providencia, que nos ayudaba y concedía sólo lo necesario para nuestro sustento y el del Niño Dios, Mi amado Hijo Jesucristo. Mi Corazón, sin embargo, estaba muy afligido porque sentía que no estaba dando una vida digna a Mi Hijo Jesús. Dios Me permitió pasar por esto para que creciera en confianza en Su Divina Providencia, para que la virtud de la humildad adornara Mi alma y fuera un ejemplo para todos los hombres y trabajadores, para que ellos también cumplieran con sus deberes y trabajaran con amor y paciencia. Yo soy el modelo de todos los obreros y trabajadores. Por eso, amado hijo Mío, a todos los que honren este Corazón Mío y tengan plena confianza en Mí y en Mi intercesión, les prometo que no quedarán desamparados en las dificultades y pruebas de la vida, pues pediré al Señor que les ayude con su Divina Providencia tanto en los problemas materiales como en los espirituales.

Los padres y madres que se consagren a Mi Corazón, así como sus familias, tendrán Mi ayuda tanto en sus aflicciones y problemas, como en la crianza y educación de sus hijos, pues así como Yo crié al Hijo del Altísimo en Sus santas leyes divinas, así ayudaré a todos los padres y madres que Me consagren a sus hijos, a criarlos con amor en las santas leyes de Dios para que encuentren el camino seguro hacia la salvación.

Ahora digo a todos los hombres: consagraos a Mi castísimo Corazón. Consagraos todo a Mí: vuestras vidas, vuestras familias, vuestro trabajo, consagradlo todo a Mí, porque Mi Corazón es la nueva fuente de gracias que Dios da al mundo entero. Este es Mi mensaje para toda la humanidad. Extiendo Mi manto sobre el mundo entero y sobre toda la Santa Iglesia. Confiad en Mí y recibiréis todas las gracias. Os bendigo a todos: en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Hasta pronto!

Séptimo Mensaje

7 de marzo de 1998

San José vino con manto verde hoja y túnica gris oscuro. Nuestra Señora vino con manto azul y vestido blanco con velo blanco. El Niño Jesús vino con una túnica amarilla clara. San José sostenía la mano derecha de Jesús.

San José: Hijo mío amado, esta noche Yo, Mi Hijo Jesús y Mi Esposa María Santísima te bendecimos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Mi amado hijo, Mi Hijo Jesús está muy indignado por los pecados de la humanidad. Desea derramar Su justicia divina sobre todos los hombres que no se preocupan de arrepentirse y permanecen obstinados en sus pecados. Ya ves, hijo mío, que retengo a Su madre, impidiéndole derramar Su justicia sobre toda la humanidad. Le pido, por las gracias de Mi Corazón y por haber sido digna de vivir a Su lado, que le cuide con amor de padre en este mundo y que me ha amado con amor de hijo, que no castigue al mundo por sus crímenes, sino que por todos Mis pequeños que honran y honrarán este castísimo Corazón Mío, se digne derramar Su misericordia sobre el mundo.

¡Cuántos pecados se cometen en el mundo, hijo Mío! Es necesario que los hombres hagan mucha penitencia, que se arrepientan de sus actitudes equivocadas, porque Dios recibe, hoy, continuas ofensas de los hombres ingratos. Hoy hay tantos ultrajes, sacrilegios e indiferencias por parte de todos los hombres. Por eso hoy hay tantas calamidades como guerras, hambrunas, pestes y tantas otras cosas tristes que el hombre ha experimentado a causa de su rebelión hacia Dios.

Dios deja que los hombres sigan su propio camino para mostrarles que sin Él nunca serán felices. Deja que los hombres pasen por tantos sufrimientos, para mostrarles también qué consecuencias trae el pecado a sus vidas, y así la justicia divina sigue castigando a la humanidad por su obstinación en no querer obedecer la voluntad de Dios. Por eso, amado hijo mío, en estos últimos tiempos, la humanidad se obstina cada vez más en sus crímenes, porque lo que más le importa son los placeres y las cosas mundanas, que el amor a Dios y a Sus mandamientos. Pero la justicia de Dios actuará pronto de un modo nunca visto, y de repente sobre el mundo entero.

Por eso, hijo Mío, di a todos los que honran este castísimo Corazón Mío que recibirán la gracia de Mi protección contra todos los males y peligros. Los que se entreguen a Mí no serán golpeados por desgracias, guerras, hambres, pestes y otras calamidades, sino que tendrán Mi Corazón como refugio seguro de protección. Aquí, en Mi Corazón, todos estarán protegidos contra la justicia divina en los días venideros. Aquellos que se consagren a Mi Corazón, honrándolo, serán vistos por Mi Hijo Jesús con ojos de misericordia, pues Jesús derramará Su amor y llevará a la gloria de Su Reino a todos aquellos que Yo coloque dentro de Mi Corazón. Este es Mi mensaje de esta noche. Os bendigo: en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Hasta pronto!

Octavo Mensaje

8 de marzo de 1998

San José estaba vestido con una túnica marrón oscura y un manto marrón claro, rodeado de 12 ángeles con grandes alas.

San José: Mi amado hijo, Mi Corazón exulta de alegría ante estos encuentros, pues deseo derramar las gracias que el Señor Me permite conceder. Quiero, a través de Mi Corazón, conducir a todos los hombres hacia Dios. Aquí, en Mi Corazón, todos los hombres serán protegidos, y a través de él, comprenderán el amor de Dios en sus vidas.

Hijo mío, todos aquellos que propaguen la devoción a Mi Corazón y la practiquen con amor y con el corazón, ten por seguro que sus nombres estarán grabados en él, igual que la cruz de Mi Hijo Jesús y la "M" de María están grabadas en forma de heridas. Esto vale también para todos los sacerdotes que amo con predilección. Los sacerdotes que tengan devoción a Mi Corazón y la difundan, tendrán la gracia concedida por Dios de tocar los corazones más endurecidos y convertir a los pecadores más obstinados.

Que todos difundan la devoción a Mi Corazón, pues es Dios mismo quien lo pide. A todos los que escuchen este llamamiento Mío, Mi bendición.

Particularmente al confidente: Debes difundir esta devoción entre todos los hombres, Mi querido hijo, pues has sido designado por Dios para ser el apóstol de Mi Corazón. ¡Habla a todos de Mi amor! Más tarde vendré a hablarte de otras cosas que serán muy importantes para la salvación de muchas almas. Dios te ha confiado una gran misión. Confía en Mí y sabrás cumplirla verdaderamente. Ahora os bendigo: en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Hasta pronto!

Noveno Mensaje

9 de marzo de 1998

San José vino con un manto color vino y una túnica blanca. La Virgen, con túnica azul y vestido blanco. El Niño Jesús, todo de blanco, en el regazo de San José.

Nuestra Señora: Mi querido hijo, esta noche Yo, Mi Hijo Jesús y Mi castísimo Esposo José bendecimos al mundo entero. Os pido que escuchéis y viváis los santos mensajes del Señor. Convertíos.

Continuad rezando cada día el santo rosario, y particularmente, queridos hijos, los siete credos, porque habrá una gran pérdida de fe aquí en la Amazonia. Por eso os he pedido que recéis siempre y sigáis rezando los siete credos, porque serán muchos los que perderán la fe y abandonarán a la Santa Iglesia en los tiempos difíciles que se avecinan, y yo, vuestra Madre, os pido que sigáis rezando para que se evite este gran mal y estos días difíciles por los que pasarán muchos. El Padre Eterno, esta noche, me permite revelaros la promesa de Mi Corazón Inmaculado para todos aquellos que devotamente honren y tengan amor al Corazón de Mi Esposo José.

Diles, hijo Mío, a todos los que honren Su Corazón castísimo, que se beneficiarán de Mi presencia maternal en sus vidas de un modo especial, pues Yo estaré al lado de cada hijo Mío y de cada hija Mía, ayudándoles y consolándoles con Mi Corazón de Madre, como ayudé y consolé a Mi Esposo José castísimo en este mundo. Y todo lo que pidan a Su Corazón con confianza, prometo interceder ante el Padre Eterno, Mi Divino Hijo Jesús y el Espíritu Santo, obteniendo del Señor la gracia de alcanzar la santidad perfecta e imitar a Mi Esposo José en las virtudes, llegando así a la perfección del amor como Él vivió.

Con esto, Mi amado hijo, los hombres aprenderán a amar a Mi Hijo Jesús y a Mí con el mismo amor que Mi Esposo José, recibiendo de Nuestros corazones el amor más puro que compartiremos con ellos. Yo, Mi Hijo Jesús y Mi castísimo Esposo José estamos a tu lado. No temáis nada, pues Nuestros corazones os protegerán siempre. Os bendigo a todos: en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Hasta pronto!

Cuando terminó el mensaje dado por Nuestra Señora, la Sagrada Familia dio su bendición y comenzó a elevarse al cielo y Nuestra Señora dijo:

¡Al final triunfarán Nuestros Corazones Unidos!

Décimo Mensaje

10 de marzo de 1998

Jesús: Mi querido hijo, hoy derramo las gracias de Mi Corazón y bendigo a toda la humanidad. Deseo que todos los hombres tengan devoción al Corazón castísimo de Mi Virgen el Padre José. Aquellos que lo honran como a Mi Corazón, Me hacen feliz. Que hables a todos los hombres de esta devoción que te ha sido revelada. Te encargo esta misión como ya te he dicho. Debéis amar a Mi Padre Virginal José como Yo Le amo, porque amándole haréis Mi voluntad imitándome en todo. Quiero salvar a todos los pecadores. Los amo a todos... Yo soy su Dios, Yo los he creado y quiero que sean felices a Mi lado y compartan Mi amor y la gloria del paraíso.

Por eso, hijo Mío, todos aquellos que honren el Corazón Castísimo de Mi Padre Virginal José recibirán la gracia de que el último día de su vida, en la hora de la muerte, vencerán los engaños del enemigo de la salvación recibiendo la victoria y la recompensa merecidas en el Reino de Mi Padre Celestial. Quienes honren devotamente a este Corazón castísimo en este mundo, tengan la seguridad de recibir una gran gloria en el cielo, gracia que no se concederá a quienes no lo honren como Yo pido.

Las almas devotas de Mi Virginal Padre José se beneficiarán de la visión beatífica de la Santísima Trinidad y tendrán un profundo conocimiento del Dios uno y trino, el tres veces Santo, gozarán también de la presencia de Mi Madre Celestial y de Mi Virginal Padre José en el Reino de los Cielos, como de Mis maravillas celestiales reservadas a todos ellos desde la eternidad. Estas almas serán acariciadas por la Santísima Trinidad y por Mi Madre María Santísima y rodearán el Corazón castísimo de Mi Virginal Padre José como los lirios más hermosos. Esta es Mi gran promesa a todos los hombres del mundo, devotos de Mi Virginal Padre José. Te bendigo, Mi amado hijo, así como a toda tu familia y al mundo entero en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Hasta pronto!

Jesús vestía majestuosamente, hablaba con gran amor y con una autoridad real. Era muy hermoso y estaba lleno de luz que irradiaba de Su ser, como si esta luz viniera de dentro hacia fuera y permaneciera a Su alrededor. Cada vez que hablaba de la devoción al Corazón de Su Padre Virginal José, Su rostro se iluminaba y Su Corazón brillaba más.

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